Protección y reactivación
Luis Felipe Lagos M. Economista, consultor
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Luis Felipe Lagos
Lamentablemente, el contagio del coronavirus ha aumentado muy fuertemente. Todavía en la fase ascendente y con cuarentenas poco exitosas, observamos una secuela de fallecidos y mucho daño a las familias. En estas condiciones, se hace imprescindible incrementar, en monto y duración, el plan original de protección a los ingresos de las personas y ayuda a las empresas.
El Gobierno ha logrado un acuerdo para crear un “fondo Covid” por US$ 12 mil millones, de carácter extra-presupuestario y transitorio, lo que da agilidad y flexibilidad para dar ayuda -de monto inédito-, e implementar un proceso de reactivación. Si bien el fondo se construye con recursos ahorrados y deuda, la necesaria reasignación de gasto, dados los numerosos programas mal evaluados, debiera considerarse en el presupuesto de 2021.
El marco de entendimiento está basado en la propuesta de un grupo de 16 economistas, por lo que cuenta con el debido sustento técnico, como ha sido la característica de las buenas políticas públicas en el pasado. Esto entrega algún grado de esperanza para futuros acuerdos que nos lleven a reencontrar la ruta del desarrollo.
Lo inmediato es el fortalecimiento del ingreso familiar de emergencia, mejoramiento de la protección de empleo y ayuda a las empresas en la forma de créditos y postergación del pago de impuestos (PPM).
Una vez controlados los contagios, el proceso de reactivación requerirá necesariamente de la acción de la política monetaria y fiscal, considerando los altos grados de incertidumbre. La política monetaria debiera mantener la tasa de política en su nivel mínimo y dar orientación futura en cuanto a que se mantendrá en ese nivel por un largo período. Adicionalmente, debe proveer liquidez, expandiendo el crédito bancario y eventualmente a intermediarios financieros no bancarios, cuando sea necesario.
En esta crisis el rol principal le cabe a la política fiscal, dando incentivos al consumo e inversión. Como se ha evidenciado en otros países, el consumo no ha recobrado dinamismo con la reapertura parcial de las economías. Más allá del distanciamiento físico necesario en el consumo de ciertos servicios, la incertidumbre asociada a la pandemia ha incrementado el ahorro por motivo de precaución. Para un mayor repunte del consumo, una rebaja tributaria transitoria del impuesto al consumo, como el IVA, ha sido implementada en algunos países.
Con respecto a la inversión, esta es- junto a los subsidios a la nueva contratación- clave para recuperar el empleo perdido. Se debe impulsar los proyectos de inversión pública paralizados por la pandemia y los nuevos que puedan iniciarse rápidamente. No obstante, lo principal es la inversión privada, que representa el 80% de la inversión total. Aquí, el principal instrumento, más que una rebaja transitoria en la tasa de impuesto a la empresa, es la depreciación instantánea transitoria. Esto, por cuanto incrementa el retorno de la nueva inversión, en cambio la rebaja de impuesto eleva el retorno del capital acumulado en el pasado y del nuevo.
El acuerdo genera un compromiso de consolidación fiscal a partir de 2022. Este es particularmente exigente, ya que requerirá hacia 2024 la eliminación del déficit primario (antes de intereses) para estabilizar la deuda en torno a un 48% del PIB. El desafío es enorme, dado que involucra al futuro gobierno y con una regla fiscal poco creíble debido a su complejidad, poca transparencia y, fundamentalmente, al continuo cambio en la meta de balance estructural.